Diamante

En éste recorrido que llevamos por las gemas más utilizadas en joyería he ido dejando para más adelante a la más importante de éstas: el diamante.

El motivo de ésta demora es debido a que intentar describir esta especie mineral sin alargarse, es prácticamente imposible. Describir sus propiedades e ilustrar su belleza con una fotografía no sería justo para este mineral, rey de la joyería, por lo que os pido que os arméis de paciencia para leer un poquito de todo lo escrito sobre el mineral que tratamos.

Especie mineral…………….Diamante
Composición química………C
Sistema cristalino…………..Cúbico
Hábito cristalino…………….Equidimensional
Dureza………………………..10
Exfoliación……………………Perfecta según caras de octaedro
Peso específico………………3,52
Indice de refracción………..2,42
Dispersión B-G……………….0,44
Color ………………………….Incoloro a todos colores
Espectro Según color:……«cape» y «brown»
Luminiscencia……………….Fluorescencia azul, verde, amarilla
Conductividad térmica…….9-120 watts/grad. cm.
Brillo………………………….Adamantino

Son las cosas que tenía Sudáfrica en el siglo XIX, que ibas dando una vuelta por el campo y te podías encontrar un diamante tirado por el suelo. Y justo ahí es cuando entraban en juego personajes como un astuto granjero que hizo su fortuna recogiendo las gemas que los lugareños le traían.

El famoso diamante Eureka, el primero descubierto en ese país, fue encontrado en 1867 por Erasmus Jacobs, un chaval de 15 años. Y lo usaba como juguete. Su madre, ignorante del valor del pedrusco, pero intrigada por su brillo, se la enseñó a su vecino Schalk van Niekerk, un coleccionista de piedras curiosas. Van Niekerk se ofreció a comprar al joven Jacobs la piedra, pero la madre se la regaló y rehusó cualquier tipo de pago por una “piedra inútil”. Niekerk se la prestó a un amigo, que la llevó a la ciudad para identificarla…resultó ser un diamante de 21.25 kilates.

Curiosamente, aquellos granjeros de origen holandés no recibieron dinero ni reconocimiento alguno, de hecho el muchacho que jugaba con el diamante, Erasmus Jacobs, murió extremadamente pobre. Sin embargo Niekerk se convirtió en la persona a quién acudir a identificar piedras extrañas en la región en la que vivía. Su siguiente jugada le salió aún mejor. Apenas un par de años después, en 1869, Niekerk se hizo con la legendaria “Estrella de Sudáfrica”, con un valor de 47.69 kilates.

La historia del hallazgo del «Eureka» forma parte de la gran leyenda que, alrededor del diamante, se ha ido tejiendo a lo largo de los tiempos, e ilustra de alguna manera las pequeñas contradicciones que a su alrededor se han sucedido, pero a su vez da una idea clara de la gran influencia que el diamante ha tenido y sigue teniendo.

 

Composición y estructura

El diamante es un mineral que está formado por un solo elemento químico, el carbono, sin que intervengan en su composición química otros elementos distintos. Son relativamente escasos los minerales que se encuentran en la naturaleza formados por un solo elemento, curiosamente el oro es otro ejemplo de mineral formado por un único elemento químico. No obstante, en la naturaleza también existe otro mineral con la misma composición química que el diamante, se trata del grafito. Diamante y grafito están formados por carbono puro cristalizado, de modo que un simple análisis químico no es suficiente para diferenciarlos, pues la composición química de ambos es la misma.

 

Propiedades físicas y ópticas

DUREZA.

El diamante es la sustancia natural más dura que se conoce, de ahí el significado de su nombre «adamas» (el invencible), dado que no existe un material que sea capaz de rayarlo.

En la escala de Mohs ocupa el lugar 10, pero esta escala, al ser sólo cualitativa, no da una idea de la gran dureza del diamante. Por ejemplo, la diferencia entre las durezas de talco (1) y corindón (9) es mucho menor que la diferencia de dureza entre el diamante (10) y su inmediato seguidor el corindón (9).

EXFOLIACION.

La dureza no tiene que ver con la fragilidad, el diamante es la gema más dura, sin embargo, es muy fácil que pueda romperse debido a que tiene exfoliación perfecta según las caras de octaedro.

Una curiosidad: Cuando a Joseph Asscher le fue encomendada la talla del diamante más grande encontrado, se decidió por comenzar esta operación con una exfoliación. En el primer intento, al dar el golpe con un cuchillo, el «CULLINAN» permaneció inalterado pero el cuchillo se rompió. Joseph Asscher pidió un nuevo cuchillo y, al segundo golpe, el gran diamante quedó convertido en dos. Contra todo lo que se ha oído comentar de que Joseph Asscher se había desmayado al ver exfoliado el diamante, la verdad es que no sólo no se desmayó, sino que lo celebró con una botella de champagne.

AFINIDAD POR LA GRASA.

El diamante tiene gran afinidad por la grasa, es decir, tiene facilidad para adherir grasa en su superficie. Esta es la razón por la que cuando simplemente se toca un diamante con los dedos, éste queda impregnado. Esta propiedad del diamante es utilizada en minería para su separación. El material procedente de la mina se pasa por unos rodillos impregnados de grasa; los diamantes quedan adheridos a esta capa de grasa y el resto del material no.

REPULSION POR EL AGUA.

Todo lo contrario que ocurre con la grasa le sucede con el agua, el diamante repele el agua y no se deja mojar. Una pequeña gota de agua forma en la superficie del diamante una esfera a modo de pompa y no se extiende sobre la misma. Esta propiedad junto con la anterior se emplea en la extracción de diamantes.

COLOR.

Con el color se entra de lleno en aquellas propiedades físicas denominadas ópticas. Es una paradoja que el diamante más cotizado sea el incoloro, es decir, el que no tiene color. En realidad, el diamante como gema empleada en joyería admite muy pocas variaciones de color: la gama de los mal llamados blancos (en realidad incoloros) con distintas tonalidades de color, ya sean amarillas o marrones. Últimamente, otra nueva gama de color se está introduciendo, son los rosas, generalmente procedentes de los últimos yacimientos australianos.

Sin embargo, el color del diamante es muy variado, prácticamente se pueden encontrar diamantes de todos los colores. Estos diamantes de diversos y bellos colores no suelen estar comercializados y forman parte de colecciones privadas fuera de precio y cotización.

 

Talla del diamante

El aspecto que presenta un diamante en bruto puede ser por sí mismo de una gran belleza, ya sea por su forma, su tamaño y su color, pero sin embargo, hay otros diamantes que no tienen gran atractivo recién extraídos. Esta belleza es susceptible de mejorar en ambos casos mediante las operaciones de tallado.

En todas las operaciones de talla del diamante, juegan un papel determinante sus propiedades físicas, y sobre todas ellas, la dureza, exfoliación, índice de refracción, dispersión y transparencia. De hecho, lo que se estudia de un diamante es la forma ideal para resaltar su belleza y sacarle el máximo partido a éstas y otras propiedades; en definitiva, lo que se busca es resaltar su «vida» y «fuego». La «vida» de un diamante hace alusión a la cantidad de luz reflejada en la superficie, de modo que la luz, al atravesar un diamante, se refleje toda en su interior y la devuelva otra vez por la parte superior.

El «fuego» de un diamante hace alusión al juego de colores de la luz. Es en realidad la dispersión de la luz al atravesar los ángulos diedros del diamante tallado. Aunque cada diamante es un caso concreto, en general, el estilo de talla donde más se realzan y se ponen de manifiesto estas propiedades es en el llamado BRILLANTE. Se ha popularizado de tal modo este estilo de talla en el diamante, que en muchas ocasiones se confunden ambos términos.

 

Criterios de valoración

Los factores que influyen en el precio de un diamante tallado son de diversa índole. Unos son externos al propio diamante, entre los que se pueden enumerar los derivados de modas, campañas publicitarias, y los otros son los derivados del propio diamante.

Ha sido la propia compañía De Beers quien a través de sus campañas publicitarias ha divulgado los pilares sobre los que puede basarse el precio del diamante tallado, son las famosas 4 «c». «C» de la palabra inglesa carat, que significa quilate, en clara alusión al peso del diamante. «C» de la palabra inglesa clarity, que no es otra cosa que la pureza. «C» de colour-, y la cuarta «C» de la palabra inglesa cut, que significa talla.

PESO

Es lógico pensar que cuanto mayor sea el tamaño y por lo tanto el peso de un diamante, mayor será su precio. Hasta aquí es fácil de comprender, lo que sucede es que la relación entre el peso y el precio no es una relación lineal sino que es una relación exponencial. El precio de un diamante de dos quilates no es el doble que el de un diamante de un sólo quilate sino algo más (siempre y cuando las condiciones de las otras «c» sean las mismas).

La explicación se debe a que los diamantes de un peso mayor a 2 quilates son más escasos que los de menor peso, por lo tanto su precio es también mayor, y conforme aumenta el peso, su precio se va saliendo de lo normal. Los diamantes más empleados en joyería suelen tener pesos relativamente pequeños (son mayoría los inferiores a un quilate).
Otro factor que tiene influencia dentro del peso es su proximidad a unidades exactas del mismo. Por ejemplo se cotiza más un diamante de un quilate exacto que un diamante de 1,03 quilates o uno de 0,98 quilates. Los mismo ocurre con los medios quilates.

PUREZA

En este apartado, lo que se cotiza precisamente es la ausencia de inclusiones en el diamante, de modo que según el color de la inclusión, su tamaño, el número de las mismas y su situación dentro de la piedra, e incluso si se refleja en otras caras, se tienen diversas clasificaciones de diamante por grados de pureza. Como es de esperar el diamante más cotizado es el que se supone limpio de impurezas.

La clasificación de la pureza se hace mediante el uso de la lupa de 10 aumentos son según la nomenclatura CIBJO:

– Puro a la lupa: su equivalente sería el de puro, es decir, un experto mediante una lupa de 10 aumentos no apreciaría inclusiones, fisuras ni defectos estructurales.

– VVS: en español se le dice «viviés» y son las iniciales de las palabras inglesas very very small, es decir, muy muy pequeñas inclusiones. Mediante la lupa de lOx sólo se aprecian inclusiones incoloras muy pequeñas que no estén situadas dentro del área de la tabla o faceta principal y que sean muy difíciles de encontrar.

– VS: se le dice «viés» y son las iniciales de very small, es decir, muy pequeñas inclusiones. Son difíciles de encontrar y sólo pueden ser incoloras, aunque se admite que puedan ser visibles a través de la tabla o faceta principal siempre y cuando sean de reducido tamaño.

– SI: son las iniciales de smallinclusions, es decir, pequeñas inclusiones. Son fácilmente visibles con la lupa de lOx pero sin embargo, no se aprecian a simple vista sobre todo a través de la tabla.

– Pl: con la letra «P» se designa a todos los grados de pureza con la calificación de picado o piqué. Se aplica a todos diamantes cuyas impurezas y/o imperfecciones se pueden ver a simple vista con o sin dificultad, sin necesidad de emplear la lupa. En el subgrupo Pl, las inclusiones son difíciles de detectar a simple vista. Puntos oscuros en la tabla, inclusiones que se reflejan en las demás caras o facetas, nubes incoloras grandes, etc.

– P2: las inclusiones se ven a simple vista con mayor facilidad que las del subgrupo anterior y tienen alguna influencia en la «vida» de la piedra.

– P3: inclusiones muy grandes o muy numerosas, fácilmente visibles a simple vista y que perjudican la «vida» de la piedra.

COLOR

A pesar de que el diamante se puede presentar en muchos colores, en realidad los empleados en joyería son los incoloros y los que tienen tonos amarillentos y marrones, dado que los otros colores son raros y su precio no está regido por el mercado.

El diamante más cotizado es el que no tiene color, es decir, el incoloro, decreciendo su precio conforme se va apreciando mayor tonalidad y saturación de color.

Para determinar el grado de color, el instrumento que se utiliza es el propio ojo, aunque existen aparatos sofisticados basados en principios colorimétricos o fotométricos. Cuando se emplea el ojo humano para realizar esta clasificación, es imprescindible el uso de luz blanca, la ideal sería la luz natural procedente del Norte geográfico en el hemisferio boreal, y la procedente del Sur geográfico en el hemisferio austral, al objeto de evitar la radiación ultravioleta que contiene la luz solar y por lo tanto la posible fluorescencia de los diamantes observados. De hecho, la clasificación de color de los diamantes, se lleva a cabo con lámparas de luz blanca que suministran el tipo de iluminación adecuado y tienen una temperatura de color de 5000°K. El observador debe vestir camisa blanca y no de color, ya que los reflejos posibles podrían influir en la clasificación. En realidad, existe todo un rito en la clasificación del color, rito por otro lado justificado dada la gran influencia del color en el precio del diamante.

Según la nomenclatura CIBJO la clasificación del color es:

– Blanco excepcional: como su propio nombre indica es un incoloro excepcional con ligeros tonos azulados. Se divide en dos subclasificaciones: blanco excepcional + , y blanco excepcional.

– Blanco extra: es incoloro donde ya no aparecen los ligeros tonos azules. También está dividido en dos subclasificaciones: blanco extra + , y blanco extra.

– Blanco: sería un incoloro sin tanta calidad como en las anteriores clasificaciones.

– Blanco ligero color: comienza a apreciarse ligeros tonos de color, ya sean amarillos o marrones.

– Ligero color: el color (amarillo o marrón) ya es apreciado sin mucha dificultad.

– Color: donde es claramente de color amarillo o marrón. Tiene a su vez distintas subclasificaciones según la saturación de color: color 1, color 2, color 3 y color 4. La nomenclatura de Sean. D.N. tiene las siguientes denominaciones: River (mejor color), Top Wesselton, Wesselton, Top Crystal, Crystal, Top Cape, Cape, Light Yellow y Yellow (peor color).

CALIDAD DE TALLA

En la talla brillante, los factores más importantes a tener en cuenta son: el diámetro de la tabla, altura de la corona, grosor del filetín, altura de la culata y tamaño del culet. También hay que tener en cuenta la simetría de las distintas partes del brillante entre sí y en su conjunto.

 

Pero no hay que olvidar que, como dice la publicidad de De Beers: «UN DIAMANTE ES PARA TODA LA VIDA» y, si ha de durar tanto, conviene saber lo que se compra, por lo que a estas cuatro «c» habría que añadir una quinta «c», la «c» del comprador o consumidor o cliente, ya que de su voluntad y sobre todo de su bolsillo saldrá la decisión final de tener o no el diamante para toda la vida.

 

 

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Piedras preciosas: características

Hace unos días comenzamos a poner una pequeña descripción de las piedras preciosas y semipreciosas más comunes en joyería y apareció, en esta primera, una característica que era su dureza. Hemos creído que sería buena idea definir ciertos puntos importantes a la hora de valorar y conocer una gema, intentaremos no ser muy técnicos ni soltar un ladrillo infumable.

Corte

El corte de una gema realza su belleza y valor total. Un buen cortador desea conseguir el mayor tamaño ya que en función de los quilates será su precio, si bien no solo el peso influye en el precio. El color y la claridad: pureza, fisuras o inclusiones son un factor tan importante como los quilates por lo que el tallador podrá sacrificar tamaño en favor de claridad o por el contrario, las piedras preciosas, específicamente de la familia del corindón, como rubíes y zafiros, son mucho más caros que otras piedras preciosas. Por esta razón, un cortador puede optar por mantener una inclusión en favor de la producción de una piedra con un mayor peso en quilates. Eso si, un corte de calidad quitará tantas inclusiones como sea posible y expondrá un pulido suave y sin rayaduras.

Color: dependiendo del color de la piedra, las proporciones que definen un corte de calidad cambiarán. Una piedra con un color oscuro, por ejemplo, se debe cortar con un pabellón superficial para iluminar su apariencia general. Una piedra preciosa de color claro, por otro lado, puede beneficiarse de un corte más profundo.

Simetría: las caras de una piedra siempre deben ser simétricas. Un corte asimétrico, no solo se ve desaliñado, sino que también afecta a la distribución y reflexión de la luz a través de la piedra. Piedras preciosas bien cortadas son diseñadas para distribuir uniformemente la luz.

Claridad

Las gemas tienen pequeños rastros de minerales, grietas o fisuras. A todo esto le llamaremos inclusiones. No todas las inclusiones en las piedras preciosas afectan negativamente su valor. Como existe una gran variedad de gemas no existe ningún sistema de clasificación universalmente aceptado para medir la claridad de éstas por lo que cada una se debe medir de acuerdo a su propia variedad. Naturalmente, las piedras preciosas con muy pocas o ninguna inclusión están consideradas como las más valiosas por ejemplo, en los diamantes pueden tener un precio muy superior al de diamantes de más quilates debido a su rareza.

Peso en Quilates

Los quilates no tienen nada que ver con el tamaño. Cada piedra preciosa tiene su densidad por lo que un quilate de rubí será mucho más pequeño que una un quilate de ópalo. Cuando se compra una gema, el peso de una piedra o su densidad, y no su tamaño, determinará el valor de la gema. Una piedra que es más densa, que pesa más, costará más que una gema que pueda parecer más grande en tamaño, pero tiene una menor densidad.

Escala de Mohs

Fredich Mohs fue profesor en las universidades de Graz, Friburgo y Viena. Su nombre está asociado al método que desarrolló para la determinación de la dureza de los minerales, según el cual la dureza es la capacidad de una sustancia sólida para resistir la deformación o abrasión de su superficie. En la escala que ideó, llamada escala de Mohs, la dureza relativa de los minerales se clasifica en orden creciente de dureza en base a diez minerales comunes: talco, yeso, calcita, fluorita, apatito, feldespato, cuarzo, topacio, corindón y diamante. La escala de Mohs evalúa la dureza de un determinado material basado en su resistencia al rayado con el fin de determinar la dureza de un determinado material, uno simplemente encuentra el mineral más duro que puede ser rayado por el material en cuestión, y su dureza se situaría justo por debajo del nivel de dureza de ese mineral.

 

 

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Berilio

En este apartado de gemas hoy vamos a continuar con una especie mineral conocida como Berilio.

Dentro de esta especie encontraremos dos de gran relevancia gemológica como son la esmeralda y la aguamarina, ambas de gran uso en joyería por su bello color y elevado precio de los ejemplares de calidad excepcional. En el caso de la esmeralda, algunos de estos ejemplares excepcionales pueden alcanzar cotizaciones superiores a diamantes de igual peso, de ahí que exista un gran mercado negro de difícil control. Se estima que la cantidad de esmeraldas que salen de las fronteras colombianas por medios ilegales supera en gran medida a las comercializadas por el gobierno.

Aparte de la esmeralda y la aguamarina existen otras variedades de berilio pero hoy nos centraremos en la esmeralda. El nombre de esmeralda viene del griego “smaragdos” y ya en el antiguo Egipto era una de las piedras favoritas de Cleopatra que tenía la costumbre de regalar esmeraldas con su perfil grabado a sus favoritas. Es más, según Lucano, las tortugas que adornaban las puertas del palacio donde Cleopatra sedujo a Julio César eran de esmeraldas.

De ella se ha dicho que beneficia a la vista, conserva la memoria, mantiene la castidad y descubre el adulterio, detiene la disentería y cura las hemorroides, asignándole mal presagio cuando se rompe…

Especie mineral: Berilio
Dureza: 7 ½ a 7 ¾
Color: Verde azulado – verde amarillo (su color ha dado nombre al color verde Esmeralda)
Composición: Be3Al2(SiO3)6
Lustre: Vítreo

 

 

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Rubí

Continuamos con nuestro recorrido por las gemas más importantes dentro del mundo de la joyería con el Rubí.

El rubí es un mineral clasificado en el grupo 04 (óxidos), pertenece a la familia del corindón junto al zafiro, siendo la diferencia entre ambos, zafiro y rubí, su color. Se llama rubí a los corindones rojos y zafiro a todos los demás colores, incluido el rosado.

Es una de las cuatro gemas más importantes del mundo y de las más hermosas junto al zafiro, el diamante y la esmeralda. Su fórmula química es Al2O3. Le corresponde la dureza 9 en la escala de Mohs.

Es una gema de color rojizo. Debe su color a los metales de hierro y cromo con los que está asociada esta variedad de corindón (óxido de aluminio Al2O3). Su nombre viene de ruber, que significa ‘rojo’ en latín.

Se encuentran yacimientos de rubíes en Birmania, Sri Lanka, India, Madagascar, Tailandia, Brasil, Colombia, China y Rusia, además de encontrarse en menor cantidad en Sudáfrica, Australia, Groenlandia y Estados Unidos. Los de la península de Malaca y Tanzania son muy valiosos, llegando a alcanzar en valor a los diamantes de mismo tamaño.

Ya que, como hemos dicho antes el zafiro es un corindón que se diferencia del rubí en el color, diremos que la composición química del zafiro es una mezcla de óxidos de aluminio, hierro y titanio, el cual le da su color característico azul. Su fórmula química es Al2O3, la misma que el rubí y al igual que éste, le corresponde la dureza 9 en la escala de Mohs.

Los zafiros se encuentran en estado natural en una amplia gama de colores, desde el transparente, pasando por diferentes tonos de rojo, amarillo, azul y sus combinaciones. Los mayores productores están en África y actualmente se han encontrado yacimientos en Sudamérica. También se hallan asociados con los rubíes en Siam y Sri Lanka, y también se encuentran en Cachemira (India), y en un área muy extensa en Queensland Central (Australia). La Antártida es rica en este mineral pero, debido a su delicado equilibrio ecológico, se ha limitado la explotación. Su uso se restringe a la joyería y aplicaciones láser.

 

 

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Perlas

Las perlas son casi tan antiguas como la humanidad y es casi un hecho seguro que fueron las primeras gemas que se usaron para adornarse, ya que podían extraerse con relativa facilidad y no era necesario trabajarlas para acentuar su belleza.

Las perlas naturales son una rareza en la actualidad. En épocas pasadas, se pescaban miles de ostras perleras para poder encontrar tan sólo una perla natural de buena calidad. Hay que considerar que sólo un 30% de las perlas obtenidas sería de buena calidad.

Supongamos que de 100 ostras obtuvimos unas 12 perlas posibles y de esa docena de perlas, tan sólo 3.6 llegarían a poseer un buen valor comercial. Es por todo esto por lo que en la actualidad las perlas naturales han sido desbancadas por las perlas de cultivo.

Las perlas se forman cuando la ostra crea una estructura conocida como el «saco perlero». Este saco es el resultado a un estímulo externo (un parásito, un gusano, incluso el ataque de otros organismos perforadores: pero nunca debido a «un granito de arena») sobre un órgano típico de los moluscos y que se conoce como el «manto» (encargado de producir la concha y el nácar). El manto de la ostra recubre o «encapsula» al cuerpo extraño con una mezcla de cristales de carbonato de calcio (CaCO3) y una proteína llamada conchiolina, formando la sustancia conocida como nácar, que es la que forra la cavidad paleal del animal (las paredes interiores de las valvas), protegiéndose de la agresión. Tras algunos años (4 o más) se puede obtener una perla natural de buen tamaño (4-8 mm). Por su rareza, una perla natural alcanza valores 10 veces superiores al de una perla de cultivo de características similares.

Las perlas son de tamaño, color y forma variables. El valor de la perla se determina en función de varios criterios pero puede decirse que los básicos se centran en tres: una forma deseable (por ejemplo, las esferas perfectas o las «lágrimas»), la rareza de su color (casi toda la gama entre el blanco y el negro) y naturalmente la talla o tamaño. Aunque las características estéticas y de tamaño son fundamentales en la valoración de una perla, el precio final depende en gran medida de las tendencias de la moda del momento.

El brillo de la perla proviene de la reflexión luminosa en la superficie cristalina, mientras que la iridiscencia proviene de la refracción y difracción luminosas en las múltiples capas de nácar translúcido que forman una perla cualquiera.

Realmente son seis factores los determinantes del valor de las perlas, y son:

  1. Brillo de la perla: el brillo describe el resplandor de una perla. Entre más brillo, más valor.
  2. Grosor del nácar de la perla: la profundidad del nácar, la capa externa de una perla, es una medida de su calidad. Generalmente, las perlas más grandes tienen capas de nácar más gruesas y más brillo. El nácar delgado puede ser propenso a astillarse y descascararse.
  3. Textura de la superficie de la perla: las perlas naturales pueden tener una amplia variedad de abrasiones. Los defectos mínimos no afectan muy severamente el valor de una perla. Sin embargo, las imperfecciones superficiales más obvias reducirán su valor. Perforar y ensartar las perlas en un collar o las monturas de perlas pueden ayudar a disimular tales imperfecciones.
  4. Color de la perla: el color de la perla es llamado “el color del cuerpo”. El color no es un factor significativo en la determinación del valor de una perla ya que las perlas pueden ser encontradas en color gris, azul, oro, rosa, blanco, negro y en todos los matices de crema. Las perlas también pueden ser teñidas, aunque los vendedores serios alertan a los compradores sobre cualquier tratamiento. Algunas perlas tienen un color o matiz secundario. Por ejemplo, una perla blanca puede tener un tinte azul o rosado en una inspección más cercana.
  5. Forma de la perla: La forma de perla puede variar extensamente. Las perlas redondas perfectas tienden a tener mayores precios. Las perlas de gota y perlas en forma de pera pueden ser utilizadas particularmente para pendientes. Muchos joyeros usan perlas barrocas irregulares como acentuaciones en la joyería.
  6. Tamaño de la perla: al igual que los diamantes, las perlas más grandes son las más caras. Las perlas redondas son medidas según su diámetro en milímetros; las perlas barrocas por su longitud y su ancho.

 

 

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